27/4/11

Recomendaciones

Publicado en el suplemneto Martxan del diario DEIA, 22.04.2011.

Un libro: El principito
Autor: Antoine de Saint-Exupéry
Un clásico al que vuelvo siempre que puedo, pero sobre todo cuando estoy demasiado preocupado por las cosas tan poco importantes de los adultos. Es mucho más que un cuento de un niño que vive en un planeta del que cuida, hasta que un día decide visitar el universo. En cada planeta se encuentra con diferentes personas adultas en las que no ve nada que merezca realmente la pena. Cada vez que leo el libro descubro una nueva historia.

Un disco: “Zatoz nirekin” (2005) de Etxe
Cuando suena Etxe en mi coche vuelvo a un 5 de agosto, hace ya algunos años, cuando me regalaron el disco de este berriztarra, que tuve el placer de tener en un grupo de tiempo libre, cuando yo era monitor. Al margen de la historia, la voz de Etxe es inconfundible. Bost abesti sakon eta dotore! Ezinezkoa da bere musikarekin bat ez egitea… Esatea baino politagorik badago: abestea.

Una película: El discurso del rey (2010)
Las limitaciones sólo existen en nuestra mente. Cuando el destino pone en el trono de Inglaterra a Jorge VI, siendo el sucesor su hermano, un joven tartamudo se convierte en rey. Sus palabras son escrutadas por todo un pueblo, pero el mensaje suena hondo en una Europa arrasada por el nazismo. Ahora que nos tocará oír palabras huecas bien vestidas en un discurso, bueno es valorar el fondo y no la forma.

24/4/11

Euskadi, de carne y hueso

Publicado en durangon.com, 24.04.2011

Resulta complicado abstraerse del día a día político de este país. Más si cabe, cuando cada mañana nos despertamos con una noticia más rocambolesca que la del día anterior. Los diarios de este país están llenos de noticias en esta línea, y no me extenderé. Sin embargo, tengo la suerte de vivir en el mismo país que las crónicas convierten en difícilmente verosímil, y las cosas son más sencillas, ¡por fin!

Tres dimensiones
En la política vasca han existido tres dimensiones, con tres ejes bien marcados, en función de los que cada opción política ha venido posicionándose. El primer eje es de izquierda-derecha según el corte más o menos social de las políticas públicas que se proponen. En segundo lugar se sitúa el eje identitario, vasco o español, nacional o estatal, según el caso. Y hasta ahora había otro eje, la posición más o menos transigente con las vías violentas.

A pesar de que algunos medios de comunicación insistan en dibujar un país casi irreconocible por sus paisanos, este tercer eje se difumina definitivamente. Estamos más cerca de ser un país más normal. Muestra de ello es la conversación que mantuve este pasado Jueves Santo en Goienkale con un joven muy vinculado a la izquierda abertzale ilegalizada. Su entereza me sorprendía al asumir que, pase lo que pase con las listas de Bildu, pase lo que pase con la legalización de Sortu, ven que el camino ya está trazado y es claro. Esta vez, creo sinceramente, que va de veras.

Dos dimensiones en una
No sé qué dirán en sus discursos las diferentes opciones políticas en este Alderdi Eguna. En estos momentos de crisis económica cuyo final algunos auguran lejano (sino que se lo pregunten al Sindicato de Empresarios Alaveses –SEA-), debemos mirar a las personas, sobre todo a las más castigadas por la crisis. Porque, como dice un buen amigo mío, No he visto pasear a Euskadi por la Gran Vía, por la Gran Vía pasean ciudadanos y ciudadanas, con nombre y apellidos. Ellas y ellos hacen Euskadi.

Salir de la crisis es una cuestión de país. Y la forma en que salgamos será consecuencia de una forma de hacer política, de hacer país, de hacer patria. Yo no quiero formar parte de una país que se olvida de hacer políticas de empleo cuando el desempleo afecta a una de cada diez personas en edad de trabajar, no quiero vivir en un país que abandona a su suerte a los pensionistas, no quiero formar parte de una sociedad que no posibilita que sus jóvenes se emancipen y tengan una vida plena.

Quizá el eje identitario marque los discursos de unos y otros. Sin embargo, no debemos olvidar que un sentimiento, un país, una identidad sólo puede vestirse sobre personas de carne y hueso, hombres y mujeres que cada día trabajan, estudian, participan de una sociedad con la que comparten lazos de unión más profundos que la coincidencia espacial. Compartir significa vincular el destino de uno al de otras personas, y este compartir empieza por lo mundano, por lo esencial, para acabar compartiendo un proyecto de país.

En este día de la Patria Vasca, en la celebración del Aberri Eguna me gustaría proclamar que solo estando junto a las personas y sus necesidades podremos construir una patria, una Euskadi más libre. Sin cohesión social, sin sociedad no hay patria que valga. Sin construcción social no hay construcción nacional.

17/4/11

La historia en un Flysch

Publicado en durangon.com, 17.04.2011

Ayer tuve la ocasión de visitar el Flysch de Zumaia, en Gipuzkoa. Dicho de una manera sencilla, se trata de una sucesión de capas que se depositaron horizontalmente durante millones de años en el fondo del mar. Posteriorente se levantaron (junto con los Pirineos) para colocarse de manera vertical en la línea de costa de Zumaia, dejando a la vista esas capas con millones de años. De alguna manera, en cada capa de rocas, han quedado registrados los acontecimientos de cada época desde hace cien millones de años.

Según los expertos es un lugar de máximo valor geológico y se ha convertido en lugar obligado de peregrinaje, tanta para geólogos como biólogos. Fruto de ello es su nombramiento, al objeto de protegerlo, como biotopo y, con el fin de reconocerlo, su nombramiento como geoparque a nivel europeo. Evidentemente, poco o nada aportarán mis reflexiones al estudio científico del Flysch, pero al hilo de la visita, primero a pie y después en barco (muy recomendable, por cierto) de la zona, me surgieron ideas que hoy comparto con los lectores.

La insignificancia humanaTendemos a contar la historia comenzando por la historia de la humanidad, y realmente la historia de la tierra es mucho más amplia que la historia humana. De hecho, en toda la línea de costa desde Mutriku hasta Zumaia, donde el Flysch nos ‘cuenta’ la ‘vida’ de la tierra desde hace más de 65 millones de años, la historia con nuestra especie sobre su faz apenas ocupa unos metros.

De alguna manera, esto pone de relevancia la relativa poca importancia que la historia humana tiene en el planeta. A pesar de ello, en los últimos tiempos, estamos empeñados en dejar un impacto sobre el planeta mayor del que cualquier especie sería capaz de realizar en el mismo tiempo. Hablo de la huella de la actividad humana en el planeta.

El calentamiento global
Según se puede extraer del propio Flysch, han existido al menos cinco periodos de calentamiento global, en los que la temperatura de los polos llegaba a ser de 16ºC. Estos fenómenos provocaban grandes cambios en la vida en el planeta, ya que muchas especies se extinguían y sólo algunas sobrevivían, adaptándose.

El último gran proceso en este sentido se produjo por un efecto invernadero, natural y fortuito, originado por la liberación a la atmósfera de una bolsa de gas metano enorme, que provocó que el CO2 en contacto con el agua salina acidificara el mar, además de calentar el planeta. La diferencia con el actual proceso de calentamiento global es sólo una, vinculada a la presencia humana.

La especie humana se ha permitido en los últimos años explotar los recursos naturales del planeta a un ritmo superior al propio de reposición o regeneración natural de la tierra. Esta explotación terrestre acelerada, agota los recursos y, además, genera externalidades (residuos consecuencia de la explotación). Este, dicho de una manera sencilla, es el origen del actual calentamiento global que se diferencia de los anteriores porque hay presencia humana en el planeta. Por tanto, en que en esta ocasión, el calentamiento global puede hacer que entre las especies a extinguir esté la humana, como sucediera con los dinosaurios.

Quiero pensar que los mensajes conservacionistas que por todo el mundo se están extendiendo, vamos interiorizando y debemos imbricar en nuestra praxis diaria, se deben a la toma de conciencia de que no podemos sobreexplotar el planeta. Realmente, con la historia que el Flysch de Zumaia en la mano, la especie humana sólo es el último invitado a la tierra. Sin embargo, lejos de este mensaje responsable, mucho me temo que en muchos de los mensajes conservacionistas actuales, existe algo de miedo a que la especie humana desaparezca a causa del calentamiento global.

10/4/11

De espaldas a la vejez; ¡Girémonos!

Publicado en durangon.com, 10.04.2011.

El fenómeno del envejecimiento se observa en Europa con perplejidad, seguros de su llegada y paralizados por sus efectos. Sociedades como la finlandesa prevén que el 50% de su población sea mayor de 60 años en torno a 2025, la vasca no está muy lejos en el ranking del envejecimiento poblacional. El Eustat proyecta para 2020 que el 23% de la población vasca superará los 65 años de edad.

Buenas noticias
Resulta que las sociedades occidentales han pasado de iniciar el siglo XX con una esperanza de vida de 40 años a finalizarlo, con una de 78 años (datos para el estado). Actualmente la esperanza de vida vasca supera los 82 años. Los avances científicos logrados en el campo sanitario, así como la mejora de otros determinantes de la salud como el diagnóstico de enfermedades crónicas y degenerativas, han ocasionado dicho aumento en la esperanza de vida, tanto en hombres como en mujeres.

Este hecho, junto a otros procesos demográficos, está provocando un importante envejecimiento de la población, que debemos reconocerlo como una buena noticia en sí mismo. ¿Acaso hay alguna alternativa mejor que envejecer?

Corrientes de fondo
Sin embargo, en los últimos tiempos observo con preocupación dos fenómenos; uno de largo recorrido, que ha encumbrado los valores como la juventud y la belleza, denostando la vejez, y otro de más reciente surgimiento, que pone en primer plano el envejecimiento de la población como origen de muchos de los males que le toca sufrir al estado del bienestar.

Si bien es cierto que el paulatino envejecimiento de la población cuestiona la sostenibilidad de los actuales sistemas de pensiones, salud y servicios sociales, no podemos caer en la conclusión simplista y egoísta de que el incremento de la esperanza de vida es negativo. De hecho, en gran medida estos sistemas, cuya actual forma de funcionamiento está en cuestión, han sido los principales factores para alcanzar esta esperanza de vida.

Girémonos
Con todo, y antes de que estos mensajes catastrofistas calen demasiado hondo, quisiera proponer un cambio de paradigma sobre la vejez y las personas mayores. Si actualmente se asocia vejez con ocaso vital, improductividad y dependencia, me gustaría que reflexionáramos.

El ocaso vital no puede comenzar a los 63 años (edad efectiva de jubilación) cuando todavía nos quedan 20 años de vida (el 20% de nuestra vida), de los cuales más de la mitad se viven de forma saludable en la mayoría de los casos. Sí, menos del 10% de la población mayor necesita de ayuda para realizar una vida normal; por tanto, los datos nos demuestran que tampoco vejez es sinónimo de dependencia. Y a riesgo de que suene demasiado poético, en mi condición de economista, debo añadir que las personas mayores son también productivas. Porque si le pusiéramos precio a sus horas de “profesores” de gimnasia en el parque con sus nietos, de “profesores” de euskera en la trasmisión de la lengua o calculáramos el salario equivalente a su labor de voluntariado en asociaciones y ONGs, tendríamos un buen crecimiento del PIB.

Cambiar este paradigma es sobre todo un deber moral, pero también puede convertirse en una oportunidad social sin parangón. Nunca en la historia habían coincidido durante tantos años tres generaciones; hagamos de la coincidencia generacional, convivencia intergeneracional. ¡Girémonos!

3/4/11

Una juventud subsidiada: no, gracias

Publicado en durangon.com, 03.04.2011

Antes de que entremos en pleno periodo electoral, donde cualquier propuesta suele tener cabida, quisiera compartir algunas reflexiones con los lectores sobre dos de las principales preocupaciones de la juventud vasca, que han venido reflejándose una y otra vez en diferentes estudios sociológicos (ver como ejemplo la serie “Retratos de Juventud” publicado por el Gobierno Vasco).

La vivienda y el empleo
Disponer de una vivienda, no es un capricho, es una necesidad humana para poder desarrollar un proyecto de vida pleno. Esto no significa tener una vivienda, sino disponer de una, sea en alquiler o el régimen de uso que sea.

Desde estas premisas entiendo que se debe procurar, desde todos los ámbitos -también el institucional-, que existan mecanismos para que personas de todo tipo y condición puedan tener la oportunidad de escribir, día a día, su biografía plena, cuyos campamentos base son la vivienda y el empleo.

Y es que los dos principales factores de inclusión social son la vivienda y el empleo; no hay mejor ayuda social, mejor renta de garantía de ingresos o subsidio, que un empleo y una vivienda. Con estas premisas, en la mayoría de ocasiones, las personas desarrollan sus propias redes de emergencia y apoyo social, empezando por su familia, pasando por su entorno más íntimo de amigos y llegando hasta su vida comunitaria. Esto es válido para jóvenes, desempleados, inmigrantes o personas separadas.

No queremos “pescado”
La juventud en general, y la vasca en particular, tiene todos los conocimientos para pescar, y no quiere que le den pescado a la mesa. Lo que deben procurar las instituciones es que nuestros ríos estén poblados por truchas, y a lo sumo, que exista algún coto de pesca que nos permita aprender a pescar.

Este país cuenta con la juventud más preparada de la historia -sabe pescar-, y sin embargo, no es capaz de emanciparse hasta bien entrada la treintena. Por ello, ante la tentación electoral de prometer ayudas y subsidios para la emancipación –pescado-, lo que debemos solicitar a las instituciones es que creen las condiciones en el mercado de vivienda y empleo –los ríos- para que exista un parque de viviendas accesible a los niveles adquisitivos de una persona joven que se inicia en el mercado laboral, sin que ello suponga hipotecarse de por vida.

Se pueden alegar factores culturales, sociales e incluso recurrir a los estereotipos de la generación “ni-ni”. Pero el desempleo y una vida en el hogar de otro no es el estado natural de una persona adulta y madura. A los pescadores les gusta pescar.

Al que tenga oídos para oir
Por tanto, a riesgo de que caiga en saco roto, quiero reclamar propuestas para nuestros problemas; el problema no es la juventud, el problema son el mercado laboral y el de la vivienda. Lo que queremos los jóvenes es darles las gracias a nuestros progenitores por habernos facilitado una educación, una cultura, unos valores… sin tener que vivir con ellos y por su cuenta. Y los mismo con las administraciones; no propongan rentas de emancipación, no propongan alargar la prestación por desempleo...

Dígannos qué van a hacer para que cambien los mercados de empleo y de vivienda, para que podamos ser actores de pleno derecho en ellos. Que nadie se lleve a engaño, la juventud no quiere ser un colectivo subsidiado; ni por su padres y/o madres, ni por sus administraciones.